"E di colpo percepisce in quella dichiarazione una minaccia. Qualcosa che si avvicina dalla parte del mare. Qualcosa che avanza trascinato dalle nubi scure che attraversano invisibili la baia di Acapulco."
Roberto Bolano, (da Ultimi crepuscoli sulla terra; Puttane assassine)

lunedì 27 agosto 2012

Funes el memorioso, de Jorge Luis Borges, en Ficciones

  El cuento forma parte del libro Ficciones, publicado en 1944, de la segunda parte, “Artificios”. La historia es bastante simple y lineal. Jorge Luis Borges en el prólogo de esta segunda parte del libro sostiene que el cuento Funes el memorioso ”es una larga metáfora del insomnia". No solo eso. Tal vez, prescindiendo da la intención de su autor, la historia va más allá de su significado original y se convierte en algo más profundo.
La historia es simple y lìneal. Ireneo Funes, vinculados al narrador con una conociencia ocacional y casi de todo superficial, a una edad temprana queda paralizado tras un accidente de equitación. A partir de ese momento, su memoria se convierte prodigiosa (y por lo tanto monstruosa) y su vida se biforca: de un lado la psiquica, obsesionada y condenada a las funciones esproporcionadas de su memoria, y de otro lado la inmovilidad física que lo costringe a vivir todos sus días en su habitación y, como máximo, por la noche, a mirar una pequeña parte del mundo desde la ventana. Pero la vista la que Ireneo Funes disfruta desde la ventana no es la potencialmente infinita de Giacomo Leopardi sino una visión de la realidad verdadermente sin fin, porque cada objeto, cada color, cada matiz, cada soplo de viento està percibida por el protagonista de manera lancinante y perfecta, total y, peor aun , todos los detalles registrados por Ireneo remiton su mente a otros recuerdos almacenados, que a su vez atraen a otros recuerdos, y así en forma exponencial.

Cabe señalar que, al inicio, durante el primer encuentro fugaz del narrador con Ireneo Funes, este era  conocido en su pueblo por su don particular, otra vez de modo monstruoso, la capacidad de saber siempre la hora exacta, dondequiera que fuera, sin dudarlo. Su propria condición se puede adivinar como la de un personaje singular en la pequeña comunidad. El período histórico considerado, finales de 1800, nos da un mundo que sigue siendo rural, pero listo para lanzarse en el nuevo siglo, que será el siglo de la industria y de las invenciones, de los mecanismos, de las grandes ferias comerciales y científicas, un mundo suspendido entre dos visiones de la vida, una (al atardecer) todavia simple y de alguna manera mágica y la segunda (a los albores) lista para emborracharse de tecnologìa hasta el punto de hacerla su propia religiòn y la propia forma aceptable de magia. La primera parte del cuento sirve, de forma clasica, para dar un quadro al mismo cuento. El narrador garantiza sobre la verdad de lo que irà referiendo, define el período temporàl (1884-1887), la zona geográfica (Fray Bentos), el tipo de relación que lo ha vinculado al protagonista, el número de veces que se encontrò con èl (tres) y también especifica que su testimonio será imparcial y, se intuye, formarà parte de cierto compendio junto a otros testimonios sobre la figura de Ireneo Funes el memorioso, que por lo tanto - imaginamos – tiene que haber logrado una reputación que ha trascendido el borde de la pequena ciudad donde los acontecimientos tienen lugar, aunque si no sabemos la naturaleza de esta fama, si se considera una especie de fenómeno de circo, un freak, o  un caso médico o un personaje popular y folclòrico.
Este primer punto de vista, ademàs de proveer al lector con los primeros datos para limitarse a una hora, un lugar y por lo tanto a una atmósfera, sirve para estipular con el lectòr el pacto asì llamdo de credulidad. Es el mismo narrador que ha vivido lo que él nos va contando, y por lo tanto tenemos que creerlo. La parte central nos propone las circunstancias del primer encuentro, casual y fugaz (en el día siete febrero del años ochenta y cuatro), en el que echamos un vistazo a Ireneo, poco más (o poco menos) de niño, que corre y, sin pararse de correr, contesta a la pregunta del primo del narrador, quien le pregunta qué hora es. La respuesta, << Las ocho menos cuatro minutos >>, dicha casi como un reflejo, sin la mediación del pensamiento racional, nos ofrece los primeros indicios de un tipo de diversidad que de alguna manera afecta al niño, aunque no sabemos si es virtud o enfermedad. La tercera parte nos pone a parte sobre el incidente ocurrido al protagonista, sobre su discapacidad y sobre el don (o condena) consecuente que el incidente tuvo como su consecuencia. No es importante investigar la causa médica, y si este potencionamiento abnormal de la memoria sea verosìmil más allá de la página escrita, lo que importa son sus consecuencias. El narrador, y por lo tanto testigo ocular del incidente, se encuentra en Fray Bentos, estamos en 1887, tiene consigo una serie de textos en latín, y un diccionario, con el que se ayuda. Viniendolo a saber Ireneo pide de poder disfrutar por algunos dias de los textos de Latin y del diccionario. La solicitud es inusual, y tal parece al narrador, aun asi decide de hacerle haber el Gradus ad Parnassum de Quicherat e la Naturalis Historia de Plinio. Unos días más tarde, el narrador recibe un telegrama refiriendole las condiciones de salud del padre y, antes de emprender el viaje de vuelta a casa, decide de ir a casa de Ireneo para recuperar sus libros. A partir de aquí Borges pone el verdadera nucleo de su narración. El narrador entra en la habitación de Ireneo, pero la habitación es oscura y sólo puede oir una voz que habla correctamente en latín. A lo largo de toda la duraciòn de la  conversación con el protagonista no habrà modo de distinguir sus rasgos, sólo con la llegada de la primera luz de la mañana verà el rostro de su interlocutor. Una vez más el tema de la ceguera, aunque sea temporal y no causado por enfermedad, sino por causas externas, es importante para Borges. Es absolutamente esencial (imprcindible) porque  encarna el modo (el medium) con el que Borges percibe el mundo. El mundo de Borges de hecho es claroscural, no necesariamente tenebroso, pero eternamente inmerso en sombras. Pero con las sombras y con la dificultad del narrador para poner de relieve contrasta con claridad demencial de Ireneo que, descubrimos, es, literalmente condenado a recordar todo. Nada escapa a su capacidad mnemonica, hasta el más mínimo detalle, ni él tiene la capacidad selectiva que le permita de aislar los elementos esenciales de los aspectos importantes, de los secundarios, de aquellos menos relevantes. Lo que hace de su potencial una condena es precisamente este aspecto: de un lado la obligaciòn a recordar todo, y del otro la imposibilidad de colocar el sinfín de detalles registrados en una escala de prioridades. De hecho, Ireneo dice y explica sus planes absurdos (y en gran parte demenciales) como la redenominaciòn de los números segùn un criterio que sólo puede ser válido para él, basado sobre ningùn tipo de lògica, pero sólo en un juego mnemotécnico. Incluso sus planes para el almacenamiento de sus recuerdos son insensatos y irealizables porque lo obligarian a vivir toda su vida en ese esfuerzo a sabiendas que no podrìa llevar a termine la sistemaciòn ni de sus recuerdos de infancia. Son dos projectos que el mismo narrador bautiza como locuras, pero en los que puede adivinar “ una cierta balbuceante magnitud “. En este punto el cuento se acaba. Volvemos a ser puestos a parte sobre otros – pocos – aspectos de la vida de Ireneo Funes, como su edad al momento de los echos, 19 años, y la causa de su muerte en 1889, una congestión pulmonar.

  Borges una vez más vuelve a hablarnos al interno de una estructura narrativa sencilla y tradicional, casi trivial, sobre temas eternos, como el infinito. La memoria de Ireneo, de hecho, no es otra cosa que una de las encarnaciones posibles del infinito y de la incapacidad del hombre no sólo para su gestión, sino también para entenderlo. Funes, de hecho, parece estar completamente a merced de su discapacidad y, en su mayor parte, ni siquiera capaz de comprenderla plenamente. Él ne intuye los límites sólo cuando la mide con la exiguidad de su existencia. Él sabe que morirá antes de que termine de recordar todos los aspectos de su infancia. Sin embargo, esto no lo lleva a razonar sobre la natura de la muerte, y por lo tanto sobre el sentido de la vida, sino a la manera de almacenar recuerdos y cómo sistemarlos. El problema no es, para él, el significado más bien si la cantidad. Pero la cantidad pone los mismos límites del significado, porque no se deja coger, se moltiplica en continuaciòn como en un juego de espejos que reflejano cada particular al infinito exactamente asi como cada recuerdo crea una cadena de recuerdos que a su ves crea a otra, y asì hacia el infinito. Màs alla de la tragedia de no ser capaz de recordar nos encontramos frente a frente con el drama de la inutilidad del recuerdo porque él mismo translimita el significado y lo anula en la repeticiòn infinita de imagenes y sensaciones inutilizables.

Nota del autòr: El texto original lo escribì en italian, y lo podeis encontrar acà.
Espero que la traduciòn en espanol no sea tan mala.

  Dvd Illevir

venerdì 17 agosto 2012

La figlia del boia, di Oliver Potzsch, Neri Pozza editore

Siamo nel 1659, a Schongau, in Baviera e in riva al fiume viene trovato agonizzante Peter Grimmer, il figlio undicenne del barconiere. Morirà poco dopo, a causa di un taglio che gli ha squarciato la gola. Sulla spalla, però, chi lo soccorre nota un segno. Nel giro di nulla la popolazione si lascia prendere dall'isteria collettiva perchè il segno sulla scapola del piccolo Peter è senza dubbio un segno tracciato da una strega. Se ci sono le streghe in azione, come nella stessa città era capitato anni prima, vuol dire che c'è lo zampino del diavolo e, forse, il diavolo stesso che se ne va in giro per la città a sgozzare bambini. Viene incolpata ed incarcerata Martha Stechlin, la levatrice, e conoscitrice di erbe e medicina naturale. Tanto basta. La gente ha già deciso, è lei la strega e come tale deve bruciare, ma non prima di essere torturata. La tortura è prevista dalla legge in quanto mezzo per far confessare l'incriminato. E la tortura è il mestiere di Jakob Kuisl, il boia di Schongau. Jakob Kuisl, tra le altre è cose, è il tristristrisnonno (o qualcosa del genere) di Oliver Potzsch, l'autore di questo libro. E' un uomo alto, alto quasi due metri, barba nera e dita come artigli, e dotato di forza prodigiosa. Ma non solo. Anch'egli, come la Stechlin, che ha messo al mondo i suoi tre figli, s'intende di erbe e, oltre che temuto dalla popolazione locale, è anche ricercato per le sue qualità di guaritore. Jakob Kuisl non crede alla colpevolezza della Stechlin, ma se non riuscirà a dimostrare la sua innocenza dovrà essere lui stesso a torturarla prima e a darle la morte dopo. Di lì a poco muore un altro bambino Anton Kratz, di fronte alla porta di casa, anche lui assassinato, e anche lui con sulla pelle il simbolo magico. L'isteria a questo punto è fuori controllo. Aggiungiamo a tutto questo, una classe di commercianti cittadini corrotta ed in lotta al suo interno e con la controparte della città vicina, la costruzione di un lazzaretto inviso a buona parte della cittadinanza, un magazzino dato alle fiamme, e la figura del diavolo che si aggira effettivamente per la città in cerca di altre piccole vittime. Si sta parlando del diavolo in carne ed ossa, con la sua proverbiale zoppìa ed una mano fatta di ossa, coperto da una mantella nera e da un cappello piumato. Il boia, aiutato dal giovane medico Simon Fronweiser e dalla figlia Magdalena, si getta a capofitto in un'indagine impossibile, contro il tempo, contro le credenze dell'epoca, contro i maneggi dei commercianti e contro sè stesso, oltrechè, ovviamente, contro il diavolo. Il romanzo, solido, caso editoriale in Germania, non è certo il nuovo Il nome della rosa, ma è una lettura di quelle che - scusate il luogo comune - quando le cominci non riesci a smetterle. Ed è la verità. D'altronde, il medioevo, una cittadina coi suoi intrighi ed i suoi veleni, una storia d'amore, un gruppo di orfanelli minacciati dal diavolo in persona, un'epoca in cui bastava un sospetto per passare da stimato cittadino ad adepto del maligno e in cui la tortura era considerata il mezzo più idoneo per verificare la veridicità degli argomenti degli accusati, tutto questo mescolato assieme nelle giuste proporzioni non può che dare come risultato un romanzo intrigante. Come va a finire è facile da immaginare, ma anche altrettanto inutile, perchè non è quello il centro dell'interesse (come in realtà non lo è mai, o come non dovrebbe esserlo mai), il bello è il viaggio nel tempo che il libro ci concede, anche se si tratta di un tempo buio e folle all'inverosimile ma poi, a ben vedere, ce ne si rende conto mentre si legge, un tempo non così diverso dal nostro, purtroppo.

 Oliver Pötzsch è nato nel 1970 e vive a Monaco di Baviera con la sua famiglia. Ha lavorato a lungo come sceneggiatore per la televisione tedesca ed è un discendente dei Kuisl, la dinastia di boia a cui appartiene anche il protagonista del suo romanzo, realmente esistita e che ha svolto il mestiere per 300 anni.

sabato 11 agosto 2012

Il potere del cane, di Don Winslow, Einaudi editore

Scampami dalla spada, dal potere del cane. Ve lo anticipo, sono le ultime parole del romanzo, ma vi posso assicurare che neppure se vi raccontassi tutta la storia narrata in questo libro per filo e per segno, dall'inizio alla fine, vi leverei nulla dell'esperienza straordinaria che è leggerlo. Un'esperienza straordinaria, lo sottolineo, non piacevole. Di piacevole, in queste 714 pagine, c'è ben poco. Nulla, forse. Ma la letteratura non ha il compito di essere piacevole, la lettura forse (e non è detto, non sempre comunque), ma non certo la letteratura che, al contrario, ha il dovere di guardare il mostro dritto negli occhi, secondo la definizione di Bolano, e questo libro fissa lo sguardo in quello del drago e non lo distoglie più, neppure per un secondo. Vediamo tutto, sentiamo tutto, tutto ciò che sta dietro le notizie dei telegiornali, i comunicati dei politici, le strategie dei governi e della Chiesa, i piani commerciali delle imprese, vediamo tutto quello che non dovremmo vedere, e sentiamo ciò che non dovremmo sentire. Winslow ha individuato nella guerra ai (e dei) narcotrafficanti messicani il centro del maelstrom (in 2666, l'inferno personale di Bolano era Santa Teresa, nella realtà Ciudad Juarez, sempre in Messico), il punto primigenio da cui scaturisce il male, quello assoluto, una delle porte da cui fa breccia e irrompe nel nostro mondo ma, al contrario di altri scrittori (e di molti registi), non usa l'ironia per dipingere - smorzandola - la violenza, non la iconizza, rimane esterno all'azione, si limita a registrare i fatti ed a riportarli, lasciando che siano questi, i fatti, le azioni, gli intrecci di interessi, le vite dei protagonisti a raccontare sè stessi. In questo senso, per presentarci e caratterizzare i suoi protagonisti (non ce n'è uno solo, è un romanzo corale, anche se al giorno d'oggi non usa più) non si perde in psicologismi, eppure riesce a renderli ugualmente tridimensionali, veri più che realistici, così come i fatti che, pur essendo fittizi, portano in sè la grana grossa della realtà. C'è un'avvertenza da tenere presente: questo libro è una sorta di frontiera, o di linea di demarcazione: quando la si supera, qualcosa dentro di noi cambia, irrimediabilmente. Art Keller, il signore della frontiera, agente della Dea ed ex militare di stanza in Vietnam, sacrifica ogni cosa, sè stesso e la sua famiglia, in nome di una guerra che, dirà in un momento di sconforto (uno dei tanti), non ha logica combattere. Il suo incubo, la famiglia Barrera - Tio, Adàn e Raul -, narcotrafficanti messicani che traghettano il businness della droga nella modernità, impastandolo con l'economia legale fino a renderli indistinguibili l'uno dall'altra. Nora Hayden, una bambina molestata, poi ragazzina facile e bellissima, ed infine prostituta d'alta classe, ma soprattutto una donna calata in un mondo che più perverso non si può immaginare, rispetto al quale il suo mestiere rischia di elevarla agli altari della santità. Sarà l'unica, assieme a Juan Parada, il sacerdote seguace della teologia della liberazione, a dimostrare di avere un'anima. Se ci si volta indietro, una volta terminato il libro, sono gli unici due personaggi che, pur navigando in mezzo a tragedie ed a mucchi di cadaveri, non si macchiano di nessuna morte, ma che, al contrario, tentano, ognuno dalla sua posizione ed ognuno per come può, di alleviare il carico di dolore assoluto e nero che la guerra tra la famiglia Barrera e Art Keller fa piombare su tutto e tutti, innocenti compresi. Bambini compresi. Questi personaggi, ed altri ancora, come Sean Callan, killer irlandese suo malgrado, quasi per caso, quasi controvoglia, intrecciano le loro vicende personali e si scontrano ed incontrano come su un palco: e questa è la finzione, ma il ring sul quale danno vita a alle loro traiettorie terrene, è un'altra cosa, è la storia, ma, ci tengo a precisare, non la Storia, quella con la S maiuscola che si studia sui libri, a scuola, o la cronaca che viene riportata dai giornali o alla televisione, è la storia che sta dietro alla Storia ed alla cronaca. Si parte dal Vietnam, dall'operazione Fenice, si passa per l'operazione Condor, per Cerbero, su su fino a Nebbia rossa, ed è la narrazione di come gli Stati Uniti e la Chiesa hanno combattuto la minaccia comunista nel mondo, vale a dire alleandosi con assassini, trafficanti di armi, mafiosi e dittatori. L'intero centro e sud america è stato violentato dalla politica sotto traccia degli Stati Uniti che, con la scusa della guerra al pericolo rosso (e non era solo una scusa, era uno dei motivi, il principale o, quantomeno, quello da vendere alla pubblica opinione; poi, in parallelo, c'erano le rivalse economiche, gli equilibri politici, i favori agli amici, ed agli amici degli amici che, tra l'altro, di solito erano mafiosi e/o dittatori) hanno torturato, devastato interi territori, mandato in rovina economie nazionali ed ucciso migliaia di persone, spesso innocenti, con operazioni al di fuori del diritto internazionale.
Il potere del cane è la tragedia greca del nuovo millennio, dove ogni individuo è portatore di una parte oscura del tutto e dove il destino pare essere qualcosa di ingovernabile e di invariabilmente crudele. Qualcuno si oppone, ma ciò non cambia di una virgola il risultato finale, il male è sempre e comunque il male assoluto perchè, in un modo o nell'altro il male è sempre assoluto e i singoli protagonisti non sono altro che marionette che di volta in volta lo incarnano. Chi si ribella a questo destino (il potere del cane appunto) e lo combatte in nome di ideali più alti subisce, come massima punizione, la conseguenza di diventare come coloro che combatte, nè più nè meno. E' un grande affresco, uno squarcio sull'inferno, sulla storia che lo ha incarnato, una riflessione che viene lasciata al lettore su dove stia la linea di demarcazione tra bene e male, e se, davvero, ci sia.

Se qualcuno avesse fatto come me, inziando a leggere Winslow da Le belve, non si lasci scoraggiare e si butti senza remore in questo Il potere del cane. Diversamente, vi perdereste un grande libro.

Don Winslow (New York, 1953) è uno scrittore statunitense.
Viene considerato come uno degli autori più rappresentativi del poliziesco americano contemporaneo. È l'autore, tra gli altri, dei libri L'inverno di Frankie Machine e Il potere del cane, entrambi editi in Italia da Einaudi (collana Stile libero), rispettivamente nel 2008 e nel 2009.
Scrittore e regista teatrale e televisivo, nonché diverse volte attore e guida di safari, Winslow è stato anche un investigatore privato e consulente di studi legali ed assicurazioni. Vive in California, a San Diego, località in cui sono ambientati diversi suoi romanzi.
Ha esordito con il romanzo A Cool Breeze on the Underground, ancora inedito in Italia. Da The Death and Life of Bobby Z è stato tratto nel 2007 il film omonimo (uscito in Italia come Bobby Z, il signore della droga).
I diritti de L'inverno di Frankie Machine sono stati acquistati da Robert de Niro che ne trarrà un film, impersonandone il protagonista. Le belve è il suo ultimo libro, e ne è stato tratto un film da Oliver Stone, che probabilmente uscirà in autunno nelle sale italiane.