El cuento forma parte
del libro Ficciones, publicado en 1944, de la segunda parte, “Artificios”. La
historia es bastante simple y lineal. Jorge Luis Borges en el prólogo de esta
segunda parte del libro sostiene que el cuento Funes el memorioso ”es una larga
metáfora del insomnia". No
solo eso. Tal vez, prescindiendo da la intención de su autor, la
historia va más allá de su significado original y se convierte en algo más
profundo.
La historia es simple y lìneal. Ireneo
Funes, vinculados al narrador con una conociencia ocacional y casi de todo
superficial, a una edad temprana queda paralizado tras un accidente de
equitación. A partir de ese momento, su memoria se convierte prodigiosa (y por
lo tanto monstruosa) y su vida se biforca: de un lado la psiquica, obsesionada
y condenada a las funciones esproporcionadas de su memoria, y de otro lado la inmovilidad
física que lo costringe a vivir todos sus días en su habitación y, como máximo,
por la noche, a mirar una pequeña parte del mundo desde la ventana. Pero la
vista la que Ireneo Funes disfruta desde la ventana no es la potencialmente
infinita de Giacomo Leopardi sino una visión de la realidad verdadermente sin
fin, porque cada objeto, cada color, cada matiz, cada soplo de viento està
percibida por el protagonista de manera lancinante y perfecta,
total y, peor aun , todos los detalles registrados por Ireneo remiton su mente
a otros recuerdos almacenados, que a su vez atraen a otros recuerdos, y así en
forma exponencial.
Cabe señalar que, al inicio, durante
el primer encuentro fugaz del narrador con Ireneo Funes, este era conocido en su pueblo por su don particular,
otra vez de modo monstruoso, la capacidad de saber siempre la hora exacta,
dondequiera que fuera, sin dudarlo. Su propria condición se puede adivinar como
la de un personaje singular en la pequeña comunidad. El período histórico
considerado, finales de 1800, nos da un mundo que sigue siendo rural, pero
listo para lanzarse en el nuevo siglo, que será el siglo de la industria y de
las invenciones, de los mecanismos, de las grandes ferias comerciales y
científicas, un mundo suspendido entre dos visiones de la vida, una (al
atardecer) todavia simple y de alguna manera mágica y la segunda (a los albores)
lista para emborracharse de tecnologìa hasta el punto de hacerla su propia
religiòn y la propia forma aceptable de magia. La primera parte del cuento
sirve, de forma clasica, para dar un quadro al mismo cuento. El narrador
garantiza sobre la verdad de lo que irà referiendo, define el período temporàl
(1884-1887), la zona geográfica (Fray Bentos), el tipo de relación que lo ha
vinculado al protagonista, el número de veces que se encontrò con èl (tres) y
también especifica que su testimonio será imparcial y, se intuye, formarà parte
de cierto compendio junto a otros testimonios sobre la figura de Ireneo Funes
el memorioso, que por lo tanto - imaginamos – tiene que haber logrado una
reputación que ha trascendido el borde de la pequena ciudad donde los acontecimientos
tienen lugar, aunque si no sabemos la naturaleza de esta fama, si se considera
una especie de fenómeno de circo, un freak,
o un caso médico o un personaje popular
y folclòrico.
Este primer punto de vista, ademàs
de proveer al lector con los primeros datos para limitarse a una hora, un lugar
y por lo tanto a una atmósfera, sirve para estipular con el lectòr el pacto asì
llamdo de credulidad. Es el mismo narrador que ha vivido lo que él nos va
contando, y por lo tanto tenemos que creerlo. La parte central nos propone las
circunstancias del primer encuentro, casual y fugaz (en el día siete febrero
del años ochenta y cuatro), en el que echamos un vistazo a Ireneo, poco más (o
poco menos) de niño, que corre y, sin pararse de correr, contesta a la pregunta
del primo del narrador, quien le pregunta qué hora es. La respuesta, << Las
ocho menos cuatro minutos >>, dicha casi como un reflejo, sin la
mediación del pensamiento racional, nos ofrece los primeros indicios de un tipo
de diversidad que de alguna manera afecta al niño, aunque no sabemos si es
virtud o enfermedad. La tercera parte nos pone a parte sobre el incidente
ocurrido al protagonista, sobre su discapacidad y sobre el don (o condena)
consecuente que el incidente tuvo como su consecuencia. No es importante investigar
la causa médica, y si este potencionamiento abnormal de la memoria sea
verosìmil más allá de la página escrita, lo que importa son sus consecuencias. El
narrador, y por lo tanto testigo ocular del incidente, se encuentra en Fray
Bentos, estamos en 1887, tiene consigo una serie de textos en latín, y un
diccionario, con el que se ayuda. Viniendolo a saber Ireneo pide de poder
disfrutar por algunos dias de los textos de Latin y del diccionario. La
solicitud es inusual, y tal parece al narrador, aun asi decide de hacerle haber
el Gradus ad Parnassum de Quicherat e la Naturalis Historia de Plinio. Unos
días más tarde, el narrador recibe un telegrama refiriendole las condiciones de
salud del padre y, antes de emprender el viaje de vuelta a casa, decide de ir a
casa de Ireneo para recuperar sus libros. A partir de aquí Borges pone el
verdadera nucleo de su narración. El narrador entra en la habitación de Ireneo,
pero la habitación es oscura y sólo puede oir una voz que habla correctamente
en latín. A lo largo de toda la duraciòn de la
conversación con el protagonista no habrà modo de distinguir sus rasgos,
sólo con la llegada de la primera luz de la mañana verà el rostro de su
interlocutor. Una vez más el tema de la ceguera, aunque sea temporal y no
causado por enfermedad, sino por causas externas, es importante para Borges. Es
absolutamente esencial (imprcindible) porque encarna
el modo (el medium) con el que Borges
percibe el mundo. El mundo de Borges de hecho es claroscural, no necesariamente
tenebroso, pero eternamente inmerso en sombras. Pero con las
sombras y con la dificultad del narrador para poner de relieve contrasta con
claridad demencial de Ireneo que, descubrimos, es, literalmente condenado a
recordar todo. Nada escapa a su capacidad mnemonica, hasta el más mínimo
detalle, ni él tiene la capacidad selectiva que le permita de aislar los
elementos esenciales de los aspectos importantes, de los secundarios, de
aquellos menos relevantes. Lo que hace de su potencial una condena es
precisamente este aspecto: de un lado la obligaciòn a recordar todo, y del otro
la imposibilidad de colocar el sinfín de detalles registrados en una escala de
prioridades. De hecho, Ireneo dice y explica sus planes absurdos (y en gran
parte demenciales) como la redenominaciòn de los números segùn un criterio que
sólo puede ser válido para él, basado sobre ningùn tipo de lògica, pero sólo en
un juego mnemotécnico. Incluso sus planes para el almacenamiento de sus
recuerdos son insensatos y irealizables porque lo obligarian a vivir toda su vida
en ese esfuerzo a sabiendas que no podrìa llevar a termine la sistemaciòn ni de
sus recuerdos de infancia. Son dos projectos que el mismo narrador bautiza como
locuras, pero en los que puede adivinar “ una cierta balbuceante magnitud “.
En este punto el cuento se acaba. Volvemos a ser puestos a parte sobre otros –
pocos – aspectos de la vida de Ireneo Funes, como su edad al momento de los
echos, 19 años, y la causa de su muerte en 1889, una congestión pulmonar.
Borges una vez más vuelve
a hablarnos al interno de una estructura narrativa sencilla y tradicional, casi
trivial, sobre temas eternos, como el infinito. La memoria de Ireneo, de hecho,
no es otra cosa que una de las encarnaciones posibles del infinito y de la
incapacidad del hombre no sólo para su gestión, sino también para entenderlo. Funes,
de hecho, parece estar completamente a merced de su discapacidad y, en su mayor
parte, ni siquiera capaz de comprenderla plenamente. Él ne intuye los límites
sólo cuando la mide con la exiguidad de su existencia. Él sabe que morirá antes de que
termine de recordar todos los aspectos de su infancia. Sin embargo,
esto no lo lleva a razonar sobre la natura de la muerte, y por lo tanto sobre
el sentido de la vida, sino a la manera de almacenar recuerdos y cómo sistemarlos.
El problema no es, para él, el significado más bien si la cantidad. Pero la
cantidad pone los mismos límites del significado, porque no se deja coger, se
moltiplica en continuaciòn como en un juego de espejos que reflejano cada
particular al infinito exactamente asi como cada recuerdo crea una cadena de
recuerdos que a su ves crea a otra, y asì hacia el infinito. Màs alla de la
tragedia de no ser capaz de recordar nos encontramos frente a frente con el
drama de la inutilidad del recuerdo porque él mismo translimita el significado
y lo anula en la repeticiòn infinita de imagenes y sensaciones inutilizables.
Nota del autòr: El texto original lo escribì en italian, y lo podeis encontrar acà.
Espero que la traduciòn en espanol no sea tan mala.
Dvd Illevir
Buena traduccion, me gustó mucho el ensayo. Muchas gracias.
RispondiEliminaMuchas gracias a ti por tu comentario y, sobretodo, por decirme qua la traduciòn està buena... sabes, soy italiano, y traducir de castellano en italiano no es facil pero, mas o meno, lo puedo hacer... pero traducir de italiano en castellano, tenìa mucho miedo...
RispondiEliminaGracias todavia y un abrazo
qué buen ensayo, el más completo que encontré por internet
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